Cuemanco

Cuemanco

En Cuemanco, el agua aún respira, ofreciendo un pulmón vital a la Ciudad de México. Entre la intrincada red de chinampas, canales serpenteantes y canoas de colores brillantes, sobrevive un pedazo invaluable del México lacustre que la metrópoli casi ha olvidado bajo el cemento. 

Aquí, la tierra se cultiva utilizando técnicas prehispánicas transmitidas de generación en generación. Los agricultores trabajan a mano, extrayendo hortalizas y flores que nutren los mercados locales. 

El silencio es un lujo que solo se rompe por el suave canto de las aves acuáticas que anidan en los carrizos, o el rítmico golpeteo de los remos al cortar la superficie del agua. Es un refugio ecológico donde la flora y fauna endémicas luchan por persistir.

La vida de Cuemanco, sin embargo, se transformó drásticamente en los años 80 con la construcción de la Pista Olímpica de Remo y Canotaje "Virgilio Uribe". La modernidad impuso su propio ritmo, el del deporte de alto rendimiento, el de los entrenamientos rigurosos que comienzan al amanecer, y el del esfuerzo constante que se repite, dejando surcos perfectos y efímeros en el agua. 

Este contraste es el alma del lugar: la quietud ancestral de la siembra se yuxtapone con la disciplina de los atletas que buscan récords. La chinampa, símbolo de permanencia, convive con el bote de fibra de carbono, símbolo de velocidad y cambio.

Cuemanco es un lugar de mucha tradición que resiste, un paisaje que flota y una memoria que se niega a hundirse. Sus canales son venas que transportan la historia viva de Xochimilco, que recuerdan esa conexión palpable con la naturaleza, con esa tierra que aún respira.

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